- Los mundos virtuales son el gran negocio del siglo XXIII, los autoimplantes sustituyen tus sentidos por otros artificiales en búsqueda de sensaciones, no ya diferentes, sino olvidadas.
- Esta es la premisa de «11,4 Sueños Luz», escrita por Nicholas Avedon. Una novela de ciencia ficción donde la publicidad, el teatro, la fotografía o el cine han desaparecido para dar lugar a los sueños vívidos.
- Hoy charlamos con su autor:
En tu nueva novela, «11,4 Sueños Luz», Los mundos virtuales son el gran negocio del siglo XXIII, los autoimplantes sustituyen tus sentidos por otros artificiales en búsqueda de sensaciones, no ya diferentes, sino olvidadas. En un proceso de evolución tecnológica como el actual, la perspectiva inicial de esta trama se vuelve más posible que nunca. Háblanos de cómo surgió la idea de esta novela.
Mi profesión al margen de la escritura está directamente relacionada con la tecnología (el software) y siempre he seguido de cerca los avances en inteligencia artificial, redes y realidad virtual (VR) por lo que me resulta relativamente fácil imaginarme el mundo dentro de 200 años. Creo que las revoluciones importantes son las de cosas pequeñas o incluso invisibles, pero que a gran escala transforman la sociedad.
Siempre quise hablar de una sociedad metida en una nave, una sociedad donde se pudiera hacer un reinicio de todos los problemas, libres de los errores del pasado. Una sociedad así no sería nada factible si viniera de la nada, así que tenía que meter en esa nave a personas que por un lado se merecieran «el billete» y que por otro lado, fueran muy creíbles. Nadie se libra de tener un lado oscuro. La idea de que uno de esos personajes fuera «especial» -no digo más para no desvelar la trama de 11,4 sueños luz- es la otra parte importante, y esencial de la saga que tengo prevista. En todas las historias hace falta un motor que impulse las cosas, por encima de los intereses individuales, y este motor es este personaje esencial, sobre todo al principio.
Si la industria de las experiencias llegase a los extremos que desarrollas en tu novela, ¿podría ser el fin de la publicidad, el teatro, la fotografía o el cine?
Han vaticinado la muerte del teatro durante muchos años, pero ahí sigue. Como dice Ariel, la creatividad es parte de la esencia del ser humano. Se podría decir lo mismo de cualquier arte creativo, nunca morirán, pero cada día habrá una brecha más grande entre el arte de calidad y el arte para las masas. Algo que en cierta manera, siempre ha sido así, sólo que ahora el consumo cultural es mucho más masivo, y lo será más en el futuro.

Nicholas Avedon
En tu novela, además, la población consume una droga llamada trank, que supuestamente no tiene efectos secundarios ni produce dependencia. Háblanos de ello.
«Un mundo feliz», siempre fue y será uno de mis novelas favoritas. Las referencias son obvias, no obstante, el soma es una droga unilateral, difusa. El Trank es una droga diseñada genéticamente para cada individuo, y su manera de administrarla determina sus efectos. Es decir, es una meta-droga, que puede reemplazar el efecto de cualquier droga conocida eliminando los efectos secundarios y la dependencia física. Al ser una droga controlada por el estado, le permite controlar tanto el mercado negro, como a los propios individuos por su adicción psicológica. Es la herramienta perfecta de control de masas, junto con el cierre de fronteras.
Aunque al final no hablo tanto de ello como tenía en mente al principio, el concepto de «ciudadano» es clave en la novela. Sólo los ciudadanos tienen derechos, y aunque hay excepciones -como Ariel-, el que no es ciudadano no tiene al derecho al Trank, y por tanto, ve el mundo tal como es, algo que nadie puede soportar. La novela realmente trata sobre eso, las gafas de colores que impone la sociedad para sobrevivir en un mundo atroz, en el que evitamos mirar con nuestros propios sentidos, y utilizamos todos nuestros esfuerzos en maquillar la realidad. La tecnología se suele emplear para maquillar los efectos de nuestros propios despropósitos, no para solucionarlos. En «11,4 sueños luz» es adelantarnos doscientos años en esa línea, pero con un toque más ciberpunk, donde se junta el problema de la superpoblación y de una economía cada vez más libre de controles y la desaparición gradual de los valores sociales.
Como destacábamos en la reseña, parte de la magia de “11,4 sueños vívidos” es la creación de un universo rico en escenarios. ¿Fue una parte complicada de la escritura de esta novela dicha recreación de decorados y ambientes?
Para ser sincero, es un efecto secundario, ni siquiera era mi intención, siempre he preferido las novelas de personaje, pero era importante retratar bien su entorno para entenderlos mejor. No me cuesta crear mundos, lo que es difícil es hacerlos creíbles y que el lector se sumerja en ellos.
¿A qué dificultades os enfrentáis los escritores?
Como no puedo dedicar un tiempo fijo a la escritura por mis obligaciones laborales y familiares, lo más difícil ha sido tener una coherencia narrativa: la forma en que está escrita, como se mezclan las diferentes tramas y la tensión a lo largo de toda la novela. La escribí a lo largo de tres años, principalmente en períodos vacacionales, así es muy difícil que sea perfectamente homogénea. Además es difícil continuar con algo «viejo» cuando surgen nuevas ideas y proyectos narrativos por el camino. Hay que intentar ser metódico y no dejarse llevar por impulsos creativos. Cuesta muchísimo cerrar una historia y hacerlo de forma redonda. Al ser mi primera novela publicada, tenía mucho miedo de que el resultado final no fuera de una calidad mínima, y que no tuviera interés para el lector. Con esos miedos uno se pregunta «¿Para qué escribo?», y no tiene a nadie que le responda. Es un viaje muy largo, pero al final, y solo llevo dos meses desde que la publiqué, soy feliz al leer los comentarios de mis nuevos lectores, y eso me da mucha confianza para afrontar mis próximas novelas.
¿Crees que las redes sociales son una herramienta útil para los autores emergentes?
Sí, es una herramienta que antes no existía y que favorece el fenómeno de escritores indies, que además tener que apañárselas como autores se deben transformar en editores a tiempo parcial. Es básico para la promoción y además permite acercarse cara a cara a los lectores. Es un canal bidireccional que a mi personalmente, me encanta. No es solo cosa de autores emergentes, autores consagrados las usan con el mismo fin: estar cerca del lector.
¿Cuáles crees que son los problemas en España que producen esta debilidad de ventas de la que se quejan en el mundo editorial?
Los precios de los libros son irreales. Una persona que cobra 800€ netos no puede comprar un libro de 20€, quizás pueda comprar uno al año, si se planifica. Yo siempre compré libros de bolsillo de saldo, por que podía pagar el precio de un libro por 3, 4 o 5€ no más. Que un ebook valga un 70% de lo que vale un libro en papel es otro error. La cultura debe tener un precio, pero cuando se pone el precio erróneo, surge la piratería, y una vez que la gente aprende a piratear cosas, es complicado que vuelva a pagar por algo. No creo que la gente haya dejado de leer, simplemente ha dejado de comprar libros por lo caros que son.
¿Qué proyectos literarios preparas para el futuro?
La saga que inicié con 11,4 sueños luz tendrá dos libros más. Estoy trabajando ya con la continuación, que contará parte de la historia que no se contó en 11,4 sueños luz: Volveremos a Brin y conoceremos algo más de la compleja historia de Andelain y Krall, y entenderemos por fin el alcance de ese final dramático de la primera parte. Es una novela de ciencia ficción mezclada con fantasía, con más acción y mucho, muchísimo ciberpunk. No recuerdo haber leído una trama similar nunca y espero que provoque al lector los mismos escalofríos que me da a mí cada vez que avanzo en ella.
Al cierre, dejaré en bandeja el tercer libro, donde narraré por fin la transformación de la sociedad en Veluss. Será ciencia ficción social, mucho más clásica, con acción, drama y un cierre digno a la saga.
Hace diez años escribí «Procion-4» que narra las aventuras de cuatro habitantes exiliados de una nave-colonia llamada Veluss, espero que algún día pueda publicarla también, es space-opera con tintes ciberpunk, muchísima acción y sería el broche perfecto de la saga, pero primero debo cerrar toda la saga que he iniciado.
Paralelamente, antes de que acabe este año quiero sacar un libro con mis mejores relatos cortos, algunos de ellos, muy cercanos al mundo de 11,4 sueños luz. Su título es «Histerias ficticias», y tiene catorce cuentos de diferente extensión de género realista, ciencia ficción y fantástico, aunque predomina la ciencia ficción, ciberpunk, por supuesto.
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Biografía del autor: Nicholas Avedon
Nací en Madrid en 1975. De pequeño quería ser astronauta, y me encantaban los libros que explicaban los planetas, el cosmos y las naves espaciales. Desde entonces no he cambiado demasiado. Hace veinte años desistí de ser astronauta, o astrónomo. La nota de selectividad solo me daba para astrólogo. Desde entonces renuncié a los planetas y me dediqué a mi otra gran afición: las redes informáticas. Soy Ingeniero de software por la Universidad Complutense de Madrid y desde el siglo pasado me dedico profesionalmente a la seguridad en redes y sistemas.
En el terreno literario, me gustan las historias complejas, los personajes atormentados y llenos de realidad, cuanto más tormentosa mejor. Adoro las historias sucias y los finales felices. Mis universos son oscuros y llenos de mentiras, drogas y emociones intensas. No obstante me gusta pensar que en todas mis historias hay siempre esperanza y belleza escondida.
Como escritor mi carrera pública es breve. Aunque he publicado profesionalmente decenas de artículos, columnas de opinión y toneladas de contenido técnico, en el terreno literario solo he publicado un breve ensayo sobre agricultura transgénica. Para otros he escrito de todo: desde manuales de juegos de rol, artículos técnicos, ensayo, teatro, guión (hice un corto), y opinión. Sin embargo, lo mío es la novela.
A finales de 2016, tras cuatro años de trabajo, he publicado mi primera novela: “11,4 sueños luz,” pura ciencia ficción ciberpunk. Mis próximos proyectos son un recopilatorio de relatos y un libro de ensayo, muy especial: “Paternidad para ingenieros”, un manual para padres novatos, y por supuesto, más novelas de ciencia ficción.
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