Montserrat Cano comparte con nosotros el flechazo que sintió por la isla en «La Gomera y el arrebato». No es una guía para viajeros, pero también se puede tomar como esto: es un viaje interior, de madurez, de superación en momentos difíciles, de encontrar un lugar en el mundo donde ella encaja perfectamente. Narra sus experiencias con tal pasión que las sientes en tu propia carne.
Cuando por primera vez ve la isla es desde el aire y le recuerdaba una estrella de mar petrificada: aparentemente es una roca sobresaliente sobre el océano. Pero las cosas no son las que parecen y La Gomera, como la vida, son muchas cosas. Siempre han dicho que parece un exprimidor. El exprimidor fue un objeto de lujo, como caras y de lujo por su escasez eran las naranjas en la mayoría de las mesas.
El primer día de la isla lo pasó en Vallehermoso. Lejos estaba de sospechar la importancia que la población tendría en su vida. Visitaremos con ella los Chorros de Epina y beberemos con ella de los chorros (impares para hombres, pares para mujeres) y pediremos un deseo, y es de esperar que no se cumpla (para mayor seguridad yo beberé del septimo chorro).
Veremos a través de sus ojos el volcán escondido, los roques, las taparuchas. Descubriremos un paraíso sin serpientes y sus horizontes imposibles. La leyenda de Gara y Jaray, muy lejos de las clásicas tragedias (más cruel y romántica que las conocidas). Nos recordará La Rebelión de los Gomeros, su hospitalidad, y cómo la isla habla, pero también es silenciosa, no se repite a sí misma . Te pierdes en su paisaje tornadizo, en el Alto de Garajona. Verás llegar las nubes y sentirás como el bosque se nutre de las nubes. La autora lo describe como un mundo antiguo y pausado, de ritmos incomprensibles para la percepción humana. También deja claro que si la laurisilva existe es porque cientos de generaciones de seres humanos la han preservado, al contrario de lo que ha ocurrido en otros lugares.
Es un canto de amor a la isla, un encuentro consigo misma y con lo que significó en su momento: un bálsamo para su espíritu, un libro lleno de romanticismo y pasión, que te hace sentir la necesidad de visitar La Gomera.
Termina la autora con un recuerdo al incendio de este verano, a las personas que han visto arder sus casas, animales y cultivos. Ha ardido el Bosque de Garajonay:
«… el que da vida a la isla y la convierte en la maravilla que es. Solo una parte afortunadamente pero la suficiente para darnos una señal de alarma, la última tal vez, acerca de la imperiosa necesidad de emplear toda nuestra inteligencia y nuestros recursos en cuidar de este territorio».
Digamos como la autora:
«… cada árbol de cada bosque de la Tierra es patrimonio, no solo de la Humanidad, sino de todos los seres que la pueblan.»
Ya me diréis si os gusta.
LA AUTORA: MONTSERRAT CANO
Montserrat Cano afirma que se siente ciudadana del mundo. Nació en Vilafranca del Penedés (Barcelona), en 1955. Tres años más tarde, su familia se trasladó a La Pobla de Segur (Lérida) donde vivió hasta 1960, fecha en la que, a causa del trabajo de su padre, tuvieron que fijar su residencia en Madrid. Desde entonces, Madrid ha sido su ciudad o, mejor dicho, la principal de ellas. Estudió Periodismo en la Facultad de Ciencias de la Información de Madrid y trabajó durante muchos años en Telefónica. Tiene dos hijos. Amante del cine, la música clásica, la historia, la pintura, los carnavales y las discusiones con los amigos, es una lectora compulsiva y una escritora lenta. Ha publicado los libros de relatos Retrato de la felicidad, Equilibrio inestable, Dios y sus dados y Cielo abierto, y los poemarios Arqueología y La mujer desarmada. Ha participado en numerosas obras colectivas y su obra figura en varias antologías. En Cuadernos del Laberinto también ha publicado Hazversidades poéticas y ha participado en la Antología de poetas contemporáneas ENÉSIMA HOJA.
En narrativa ha obtenido, entre otros, los premios Gabriel Miró, Teodosio de Goñi, Tomás Fermín de Arteta, Flora Tristán y Villa de Benasque, además de accésits en Hucha de Oro, Cuidad de Villa del Río y Ciudad de Tudela. En poesía ha sido premiada en los certámenes Juan Antonio Torres, Laguna de Duero y Dionisia García.
(Fotografías a color de Antonio Martínez Castaño)
Autora de la reseña:
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