RESEÑAS UNIVERSALES | «¿Y quién es el que canta?» de Jerónimo Calero

¿Cómo explicar qué poesía es buena y qué no? Una pregunta que admite mil respuestas,

¿Cómo explicar qué poesía es buena y qué no? Una pregunta que admite mil respuestas, pero sin duda, me quedo con la que escuché a Jaime Alejandre: “si un poema es (me suena) auténtico me gusta; si está basado en la interesada impostura me rechina en el segundo verso.”

Esta premisa de la autenticidad, del verso suave y bien hecho es lo que ha llamado mi atención en el libro que afortunadamente ha llegado a mis manos gracias a la recomendación de un buen amigo que, como yo,  ya lo ha incluido en su lista de imprescindibles.

¿Y QUIÉN ES EL QUE CANTA? está compuesto por poemas de muy diversa índole, temática y construcción pero todos con el denominador común de “la esencialidad”, es decir el poeta nos sumerge en un mundo personal, pero que nada tiene de isla, ya que a través de su propias palabras nos encontramos reflejados en el mundo común; Jerónimo Calero pone voz a los silencios de todos aquellos que no la tenemos, de todos lo que no nos conformamos con el silencio. Así, el mismo poeta se reconoce como hilo conductor entre sus letras y el universo cuando nos describe el mundo gracias al amor.

El Amor como meta,
como fin de la búsqueda,
como onírico instante de plenitud excelsa.
Y no es que entonces cambien las cosas que miramos.
No es que el sol brille más
o parezca la tarde más hermosa;
no es que presten más sombra las hojas del magnolio
o que la vida tenga color de madrugadas.
Cambian las percepciones,
y nos parecen nítidos
esos mismos colores que hasta ayer fueron grises.
Muestra la luna el guiño
monótono de siglos de costumbre
y nuestro corazón brinca gozoso
porque cree que es un guiño en exclusiva,
un guiño de saludo, de cómplice anuencia.

El poeta inmerso en una total libertad creativa nos hace ver la importancia del tiempo, de la propia critica y de la vanidad como gran pecado a la hora de escribir, de dar al mundo las palabra que uno crea. Y es que una de los grandes aciertos de este poemario es la distancia del autor con la consabida «fama» o «laureles» buscados. Jerónimo Calero disfruta escribiendo sin más, no tiene otro sentido, por eso su poesía es limpia y puede permitirse una cierta ironira con ciertos cenáculos litarios:

¡Ay de los nuevos poetas,
adoradores del becerro de oro!
¿Qué dirían de nosotros
esos sagrados nombres
que murieron a pie de pelotón,
o a golpes de una tos incontrolada?
¿Qué dirían si vieran nuestra prisa
por enviar a todos los certámenes
que la cultura pública promueve?
¡Porque somos tan débiles…!
Necesitamos tanto
ese apretón de manos,
esa flor natural, ese agasajo
que nos haga creer que somos algo,
alguien con tantos premios conseguidos
que su nombre ya suena en los circuitos.

Los poemas que componen ¿Y QUIÉN ES EL QUE CANTA?  nos adentran en un mundo de memoria y existencia en donde se reflexiona sobre el deseo y el olvido, la ilusión y la admiración, el amor y la soledad; todo ello bajo la mirada del que lleva en sus ojos la poesía —esa lente con la que las palabras se convierten en seña de identidad—.

La voz de Jerónimo Calero pertenece a la rara estirpe de poetas para los que no existen modas, tendencias, vanguardismos ni rupturas generacionales, sino que sigue las directrices estéticas y formales que les dicta su propio instinto y con él nos va desgranando todo un caudal de sensaciones, vivencias, anhelos y frustraciones que son el mosaico que conforma y delimita su andadura vital.

El lector de ¿Y QUIÉN ES EL QUE CANTA?  encontrará a un poeta que se niega al silencio, que sabe que cada verso cobra sentido y desvela una parte del alma, de la historia que se olvida si no queda escrita y de esas sensaciones que nos acogen cuando reconocemos nuestra voz en la de otros —en los versos de Jerónimo Calero— porque la poesía, al igual que la música, no tiene fronteras ni dueño.

Tantos caminos andados
llevan mis pies andariegos
que ya no pongo cuidado
en si salgo o en si llego.
Camino por el placer
de descubrir mi medida;
cada paso es un misterio,
cada lugar una herida
de muerte sobre las losas
de calles desconocidas.
¿Que qué he descubierto? Nada
que me lleve a la verdad.
Gentes como yo, que buscan
en la tierra su lugar;
que labran de noche a noche
por un coscurro de pan
y a veces piensan, ilusos,
que nada los detendrá.
Que qué he visto, me preguntas.
Y no te sé contestar.

 

El autor: Jerónimo Calero

1946, Manzanares (Ciudad Real).
De estirpe campesina, vive de cerca los problemas y peculiaridades de un trabajo duro, laborioso, mal pagado y peor visto; circunstancias que recogió en su poemario Huellas, (Ediciones Cantahueso, 2000) y en Desde el hondo lagar de la memoria (C.R.D.O. Mancha, 1999).

Calero se asoma a la poesía de la mano de su primer maestro de escuela, aficionado a recitar poemas, creando en su alma infantil un deseo de emular aquella forma mágica de describir hechos y vivencias que ya no abandonará nunca.

Sin terminar sus estudios de bachillerato, cuando los Institutos se llamaban de Formación Profesional, se coloca de aprendiz en un establecimiento de telas de su localidad. Oficio que le agrada, y al que debe toda su proyección como profesional, pasando a regentar un comercio de tejidos de su propiedad, en el que subsiste después de cuarenta años.

Durante esta dilatada etapa la poesía aparece y desaparece en su vida como un fértil Guadiana, no en vano es de la tierra por donde aquel rio corre con desigual fortuna.

Ha recibido multitud de premios literarios entre los que destacamos el Premio Barcelona de Poesía J.A. Goytisolo, el Certamen Internacional de Poesía Mística Malagón o el 2º premio Sexto Continente de Poesía Amorosa. Es Cofundador del Grupo Literario Azuery Cofundador y colaborador de la Revista Literaria Calicanto.

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Editorial Cuadernos del Laberinto

Coleccción ANAQUEL DE POESÍA, Nº 19
Prólogo de Juana Pinés Maeso
68 páginas

I.S.B.N: 978-84-940311-5-1 • 10€


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