Reseña de «El sacerdote ateo», de Joe Barcala | #MundoLiterario (Novela)

Hace poco el escritor mexicano Joe Barcala publicaba su novela «El sacerdote ateo» con la

Hace poco el escritor mexicano Joe Barcala publicaba su novela «El sacerdote ateo» con la editorial Koller Scrite. Una interesante historia que nos muestra las dudas de un sacerdote que pierde su fe, y los sucesos que ocurren en la comunidad que le rodea. Una interesante reflexión sobre el humanismo y los problemas sociales que hoy nos reseña nuestra compañera Rosa Yaguas:

[dropcap]U[/dropcap]n buen día el padre Eusebio descubre que ha perdido la fe. Este sacerdote de cincuenta y cuatro años -a cargo de la Parroquia de la comunidad dominica del templo mariano de la Inmaculada Concepción-, desconoce cómo se ha fraguado esta pérdida, pero es imposible negarse a sí mismo que está cayendo definitivamente en el ateísmo. Esta es la premisa inicial con la que se abre la estupenda novela del mexicano Joe Barcala “El sacerdote ateo”, que publicó recientemente la editorial Koller Scrite en su colección Herejías. Una obra en la que, con una prosa tremendamente fluida, un toque de humor continuo con guiños cómplices al lector y personajes creíbles que se nos presentan poco a poco gracias a la excelente habilidad narrativa de este autor, exhibe la terrible duda que gira en la mente de Eusebio: ¿por qué un sacerdote con décadas de servicio a Dios de repente se ha vuelto ateo?

definitiva

Quizás se trate de la fuerza de la costumbre y la rutina, que están haciendo mella en él; quizás sea la inconsistente fe de sus feligreses, que mienten sobre sus pecados incluso cuando se encuentran en el anonimato de la confesión; quizás esta sensación de pérdida se deba simplemente al cansancio. El caso es que este sacerdote de mediana edad lleva días repitiendo sermones que ya en parte no siente. Puede apreciar la ayuda que su palabra provoca en los que acuden a sus misas, pero siente su discurso ciertamente algo postizo, pues tras sus oraciones se hallan ciertas dudas que teme sean definitivas.

Nuestro protagonista vive junto a otros tres sacerdotes en la comunidad: Horacio, Nemesio y Simeón. El padre Horacio, un hombre alto y corpulento -que acostumbra llevar gafas de sol-, es un bebedor empedernido e incorregible mujeriego que no cesa de escandalizar a las más altas esferas de la región por sus continuos escarceos amorosos (en concreto con una muchacha llamada Mara Rocha). Descendiente de una familia humilde cuyo padre era alcohólico, por mucho que intenta enmendarse, no cesa de defraudar a todos.

El padre Simeón es un hombre ya muy mayor que tiene una salud muy débil, «un verdadero santo según proclamaban quienes le conocían»; Eusebio tendrá seguramente que sustituirlo en el próximo Sínodo de Obispos, algo que le causa más bien pesar. Por su parte, el padre Nemesio es el único brazo fuerte de la comunidad, «la muleta más dinámica de esa endeble parroquia»; desde niño tiene premoniciones, que para su bien o su desgracia siempre se cumplen. Le ha confiado a Eusebio que intente hacer entrar en razón al padre Horacio para que abandone su vida de descrédito y juergas, pero esta tarea podría convertirse en una verdadera epopeya.

Acompañando los cuatro sacerdotes encontramos a Pablo (Pablillo), monaguillo de la Parroquia que, aunque a trompicones, va [pullquote-left] «Este sacerdote de mediana edad lleva días repitiendo sermones que ya en parte no siente» [/pullquote-left] mejorando en su capacidad de apoyo a los sacerdotes. Al cuidado de la cocina, el servicio y la limpieza está Doña Gilda, mujer humilde y abandonada por su marido, madre de tres hijos y trabajadora infatigable; un día fallece en un accidente, al derrumbarse la vieja escalera de la torre de la iglesia -su espíritu queda en el aire, en el punto más alto de la torre, pero su cuerpo desciende a toda velocidad hacia el suelo-. Este trágico suceso conmociona a los feligreses, que no pueden evitar ver en ello una comunicación directa del mismísimo Dios; sin embargo Eusebio, que continúa cayendo en picado en su pérdida de fe y piensa una y otra vez en la renuncia a sus hábitos, rebusca en su interior y se siente más ateo que nunca.

Conoceremos también a la hermana menor de Eusebio, Ana Gabriela, que regenta una joyería junto a la madre de ambos, Carolina, divorciada –su exmarido se llama también Eusebio- y para la cual es su mano derecha. Hace ya unos días que Carolina advierte un comportamiento extraño en Ana, la cual se ausenta con frecuencia de la joyería, se marcha antes de cerrar y está como ensimismada. Eusebio piensa de primeras que seguramente Ana estará enamorada, aunque por contentar a su madre promete fijarse y preocuparse en la salud de Ana. ¿Qué le ocurre realmente a Ana, a qué se deben sus continuadas ausencias, su estupor silencioso, su secretismo día tras día?

Pues bien, lo que le ocurre a Ana es que se ha enamorado de un hombre, Frank Galicia. Tras un accidentado (por llamarlo así) comienzo, en el que una violación se transforma en sexo consentido, ambos se han sumergido en una espiral de deseo incontenible, de resultas de la cual ella ha perdido la virginidad pero ganado un ardor que la acompaña día a día. Semana tras semana, y siempre ocultándose de Carolina y Eusebio; Frank y Ana han ido indagando en los placeres carnales a la vez que se van abandonando más y más a su desbordada pasión. El deseo insaciable hace que sus cuerpos experimenten y descubran nuevas maneras de regalarle placer a su pareja. Pero… ¿por qué desea Frank ocultar su relación con Ana?

Tardaremos poco en averiguarlo: Frank y Eusebio en realidad se conocen desde hace años, de hecho fueron compañeros de seminario. Frank abandonó su carrera hacia el sacerdocio por su creciente conciencia de ser homosexual –algo que Eusebio conoce, de ahí el secretismo de la relación con Ana; pese a ello se casó con una mujer, Helena, pero meses más tarde su pulsión interior fue más fuerte y [pullquote-left] «Piensa una y otra vez en la renuncia a sus hábitos, rebusca en su interior y se siente más ateo que nunca.» [/pullquote-left] terminaron divorciándose. Ahora Frank se encuentra situado sobre un terrible dilema. Ana se ha quedado embarazada, fruto del inconsciente deseo de ambos. Sin embargo, Frank le guarda un secreto también a ella, lo cual le provoca un conflicto terrible consigo mismo: a su vez tiene una relación desde hace años con el hombre que siempre ha amado, Adrián. Por respeto a la madre de éste no viven juntos, pero en realidad son mucho más que novios, e incluso desean desde hace tiempo adoptar un hijo. Por su parte, Eusebio se ha enterado de la relación de ambos y espera que su viejo amigo le confiese todo, pero no será tan sencillo. ¿Ama verdaderamente Frank a Ana o solo la está utilizando? ¿Cómo reaccionará Eusebio ante los titubeos y secretos de Frank con respecto a su hermana? ¿Será su amistad suficiente contención para no dar rienda suelta a su ira? Necesitaremos seguir avanzando en la lectura de esta novela para saberlo.

Comienza así una novela en la que el padre Eusebio se verá perseguido de cerca por su conciencia, y en la que tendrá que dilucidar pausadamente si hay algún sentido en los actos que los humanos realizamos sobre la Tierra. Releyendo los pasajes de la Biblia en ocasiones encuentra a un Dios excesivamente sanguinario, que predica con sufrimiento para difundir su palabra, y por las noches le acompañan vívidas pesadillas que le recuerdan la violencia que asola este planeta. No cesa de reflexionar en la actitud que su grey tiene ante el concepto de Iglesia y de Dios, y cómo aun así no cesan de caer una y otra vez en los mismos pecados.

Conoceremos también cuándo se inició su incursión involuntaria en el ateísmo, un par de años antes, durante un viaje a Roma, en el cual advirtió la inflexible burocracia que asolaba el Vaticano, la importancia de la propia vanidad para administradores y delegados, la abundancia de joyas y lujos, la ambición y el arribismo que se respiraba a tan solo unos meses de la muerte del Papa. De vuelta, con esa desagradable sensación aún en el cuerpo, le tocó asiento en el avión junto a dos personas ateas; lo demás fue pura consecuencia, y unos meses después ya estaba dudando completamente de la existencia de Dios.

«Tantos años de papado estaban generando un, ahora usual, desorden y la típica ambición de sobreponerse a las ideas de otros. Caminando por los pasillos [del Vaticano] se notaba la constante de personajes más pagados de sí mismos, que a Eusebio le causaron asco. La humildad de los servidores de Dios que conoció cuando joven, con el correr de los años, se transformó en delirio de grandeza. Se inundó del primer pecado del mundo: la soberbia»

Eusebio comenzará de este modo, con su conciencia y sus dudas a cuestas, un irreversible viaje hacia el humanismo, comprendiendo poco a poco que su ateísmo se debe a un rechazo completo ante las estructuras de poder y cierto dogmatismo católico imperante. Se acercará de este modo a una nueva integración del concepto de existencia y de lo que él significa para los seres humanos, a la par que pesadillas y visiones se multiplican en su mente. ¿Abandonará Eusebio los hábitos? ¿Será incurable su ateísmo o solo es un escepticismo pasajero ante el engranaje del Vaticano? ¿Descubrirá Ana todos los secretos que le ocultaba Frank? ¿Qué importancia tendrán estas pesadillas? Será necesario leer esta estupenda novela para saberlo.

Como se puede advertir en la sinopsis de esta novela, el título podría en principio sorprender a algún lector, pero os recomendamos que superéis cualquier prejuicio inicial y os sumerjáis en esta estupenda historia llena de humanidad, en la que no podremos evitar empatizar con sus personajes. Como decíamos al principio, la trama se nos abre poco a poco, lentamente, como una flor, y es precisamente en el ritmo comedido de la narración, en la excelente elección por parte del autor de los tiempos a la hora de revelar secretos al lector, donde “El sacerdote ateo” se demuestra como una novela imprescindible para aquellos/as que quieran indagar un poco sobre las dudas de un cura que debe dilucidar si para él existe algún Dios en el que confiar, y terminar por elegir entre seguir predicando su palabra o abandonarse definitivamente al escepticismo.

Joe Barcala demuestra ser un genial creador de personajes, siendo capaz de colocarnos detrás de la mirada de Eusebio para ser testigos de su vida, día a día, adaptando el tiempo literario a los pensamientos y costumbres del protagonista y logrando demostrar de esta manera que su carrera literaria mejora con cada nueva novela que publica. Su reflexión sobre el humanismo y su crítica al consumismo imperante y el abuso de poder generalizado en este planeta es un discurso verdaderamente valioso en estos tiempos de caos neoliberal y crisis mundial, tanto de pensamiento como económica. Un autor preocupado en hacer disfrutar a sus lectores con sus amenas novelas pero también hacer hincapié en los aspectos sociales. Esperamos en el futuro traeros más reseñas de este interesante escritor que tiene una carrera literaria con diez libros ya a sus espaldas.

Autora de la reseña: Rosa Yaguas

BIOGRAFÍA DEL AUTOR: JOE BARCALA

Joe BarcalaJoe Barcala es Maestro en Literatura que nace en el bello Puerto de Veracruz el 6 de septiembre de 1967. Promotor de la lectura, el conocimiento literario y amante de las obras clásicas. Imparte conferencias, es crítico y editor. Sus dos primeras obras surgen tempranamente, cuando cumplió 15 años. Ha publicado 4 libros, tres de ellos novelas: Murió la muerte, La Cofradía, Parábolas del servicio al cliente y El sacerdote ateo; sin embargo, tiene terminadas otras seis historias y está terminando dos más. Gracias a su empuje y liderazgo, ha logrado una gran penetración en la industria editorial y su principal característica narrativa es, sin duda, su inventiva que refleja en personajes destinados a sufrir sus ocurrencias imaginarias; suelen ser grandes y trascendentales porque a través de ellos propone una revolución humanista.

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